JIDOKA: el papel de las personas
La forma en la que las personas contribuyen a la aportación de valor se va transformando a medida que ascendemos en la escala JIDOKA, creándose un paralelismo entre ambas.
Pasamos de una contribución a la aportación mediante el esfuerzo físico humano, a un tipo de contribución al valor basado en sacar problemas a la luz a fin de garantizar la calidad en la fuente. A continuación, se contribuye a la aportación de valor, asegurando la máxima aportación con el mínimo desperdicio, es decir, garantizando que el producto recibe el mayor número de procesados en el menor tiempo posible, con una calidad perfecta y con el mayor aprovechamiento del tiempo por parte de la persona.
Posteriormente las personas comienzan a centrar su contribución en garantizar que el sistema genere la mayor cantidad posible de valor, maximizando la disponibilidad mediante el mantenimiento autónomo y minimizando el inventario mediante la reducción del tiempo de cambio.
Finalmente en los niveles más elevados de JIDOKA, las personas centran su contribución a la aportación de valor mediante su participación en el KAIZEN y mediante la gestión autónoma. A su vez en estos altos niveles de automatización, por lo general, nos encontramos agotando la eliminación de MUDA y MURI. Es por ello que, en ese momento, las personas se centran fundamentalmente en la eliminación de MURA (variabilidad). Esta es la clave que nos permite continuar aumentando la sincronización entre las distintas fases del proceso para seguir reduciendo el inventario requerido por el sistema con el fin de reducir el Lead Time y aumentar la flexibilidad. En definitiva, con el fin de aumentar el valor para el cliente a la par que se reducen los costes, aumenta la calidad y mejora el servicio.