TRES CLAVES PARA EL ÉXITO DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN
BUENAS PRÁCTICAS PARA LIDERAR CON TRANSPARENCIA Y EFICIENCIA EL CONSEJO
“El que tiene gran poder debe usarlo ligeramente.»
— Séneca
Según un estudio del Centro de Gobierno Corporativo de INSEAD, más del 85% de los presidentes de Consejos de Administración han sido CEOs en algún momento de su carrera. Esta transición de un rol operativo a uno de gobernanza no siempre se maneja de manera efectiva. El principal desafío radica en comprender que, mientras el CEO dirige la empresa, toma decisiones ejecutivas y actúa como la figura central de la organización, el presidente lidera el consejo, asegurando que funcione como un equipo de alto rendimiento. El objetivo es que el consejo cumpla con sus responsabilidades legales y de supervisión, tomando decisiones estratégicas efectivas que definan el rumbo de la empresa.
El presidente es el responsable del correcto funcionamiento del Consejo de Administración. Sus responsabilidades incluyen impulsar un liderazgo estratégico, gestionar las reuniones en todas sus fases —estableciendo la agenda, coordinando la preparación de la documentación, promoviendo debates productivos para una toma de decisiones eficaz y haciendo seguimiento a acuerdos— garantizar una adecuada supervisión del negocio, fomentar dinámicas productivas con el CEO y el equipo directivo, y actuar como principal representante de la sociedad hacia el exterior.
Entonces, ¿Cómo se llega a ser un buen presidente del Consejo?
Lo primero que me gustaría recordar es que, aunque el Presidente lidera el Consejo y preside sus reuniones, tiene los mismos derechos de voto que el resto de los miembros. No tiene el poder de tomar decisiones unilaterales, excepto donde los estatutos o políticas de la organización indiquen lo contrario.
También me parece muy importante separar la figura del Presidente del Consejo y del CEO para asegurar una supervisión más objetiva del negocio, evitar la concentración de poder y promover la transparencia y la responsabilidad.. Esta práctica, recomendada por el Código de Buen Gobierno de la CNMV, puede evitar que información relevante no llegue al Consejo, mejorando así la eficacia en la toma de decisiones y fortaleciendo la gobernanza corporativa.
Hay 3 buenas prácticas que un buen presidente adopta:
1.- ACTÚA COMO GUÍA, NUNCA COMO JEFE
«La efectividad de un consejo de administración se mide por la capacidad de su presidente para escuchar más que hablar.»
— Peter Drucker.
Los grandes presidentes crean condiciones que permiten brillar a los demás, no son los protagonistas, ni ocupan la posición central.
El presidente debe fomentar un clima de respeto y confianza donde las preguntas, discusiones y debates se desarrollen de manera abierta y productiva. Sus comportamientos deben ser moderados y no dominantes, permitiendo que todos los miembros participen. Es fundamental dinamizar las discusiones, involucrar a los más callados, evitar que unos pocos acaparen el tiempo, mediar en disputas y detectar problemas en la sala.
Los presidentes efectivos hablan poco; y se centran fundamentalmente en el proceso y las personas en lugar de en dar su opinión. La realidad es que la productividad colectiva se resiente cuando la persona que lidera expresa opiniones firmes sobre el tema en discusión.
Por otro lado, el presidente no es el jefe. Por ello, en lugar de construir una relación presidente-CEO, construye una relación Consejo-CEO. Se asegura de que colectivamente se le proporcione al CEO asesoramiento, motivación y control, y a nivel particular se le apoye en las áreas de conocimiento de los diferentes consejeros.
Se orienta a lograr un equipo de alto rendimiento enfocado en el logro de los objetivos del consejo con la máxima eficiencia. Objetivos tales como acompañar en el diseño estratégico, aprobar la estrategia y dotarla de recursos, desarrollar una cultura corporativa que permita superar los retos e implementar la estrategia, lograr los resultados del negocio, atender los intereses de los accionistas y demás grupos de interés, e identificar, evaluar e implementar planes ante los riesgos y oportunidades.
2.- MANTIENE UN LIDERAZGO CON VISIÓN SISTÉMICA
“Un buen sistema vence a una buena persona siempre.»
—W. Edwards Deming
El pensamiento sistémico es una disciplina para ver totalidades en vez de eventos sueltos, ver interrelaciones y ver patrones de cambio en lugar de «instantáneas» estáticas.
Por ello, el presidente, como líder del consejo, debe convertirse en un observador de las personas, dinámicas y procesos. Para ver la foto completa y facilitar el trabajo del equipo, es mejor que no participe de forma activa en las discusiones y se enfoque en observar con mirada sistémica.
Debe cambiar el enfoque de buscar soluciones a planificar el proceso. Necesita planificar con detalle como espera que trascurra la reunión. En lugar de preguntarse ‘¿Cuál es la mejor solución para un problema?’, la pregunta sería ‘¿Cuál es la mejor manera de organizar una discusión sobre el problema?’. Debe estudiar los materiales y trabajar para entender todos los matices de un problema, pero lo importante es enfocarse en cómo estructurar las conversaciones y asignar tiempo para presentaciones, informes de comités y discusiones, y qué consejeros deberían abrir o cerrar las discusiones.
Durante las reuniones, se concentra en escuchar lo que dice cada consejero, observar cómo lo dice y las emociones del grupo. Busca detectar creencias arraigadas que limitan el crecimiento y las dinámicas de pensamiento que las sostienen.
Se asegura que se cumpla la agenda, que se toman decisiones, que no se invierte tiempo en temas no planificados.
Trata de dar a todos los consejeros el mismo tiempo de palabra. Busca que los consejeros se centren en hacer preguntas para obtener aclaraciones, y que eviten en la medida de lo posible emitir juicios y opiniones. Está atento al lenguaje corporal en busca de señales de aburrimiento, irritación o descontento para poder intervenir rápidamente. En caso de desacuerdos, aguanta la tensión y deja que la discusión continúe hasta que surja un consenso. El resultado es generalmente mejor así que votando para resolver disputas. Las discusiones productivas previo a la toma de decisiones, refuerzan la cohesión y la visión compartida. (ver dinámicas a mejorar)
- LIDERA LA PREPARACIÓN DE REUNIONES
«Una reunión sin una preparación adecuada es una receta para la ineficacia.»
—Patrick Lencioni
Muchos piensan que el trabajo del presidente consiste en gestionar las dinámicas en las reuniones; sin embargo, estas son solo la parte visible de su rol. Gran parte de su labor consiste en establecer la agenda y preparar un buen paquete de documentación para el consejo. La agenda es crucial, ya que determina la inclusión de temas estratégicos y decisiones relevantes, asegurando una reunión productiva. No debe abarcar demasiados puntos y debe dejar espacio para extender discusiones o abordar temas inesperados.
Una buena práctica del presidente es interactuar con los consejeros individualmente antes de las reuniones del Consejo, para informar de temas relevantes e identificar, con suficiente antelación nuevos puntos de la agenda. Posteriormente, circular un borrador de la agenda entre las partes interesadas antes de su aprobación. Después de la reunión, garantiza que se lleve a cabo un adecuado seguimiento de los acuerdos tomados con notas, informes y/o llamadas telefónicas.
«Pensar se piensa solo, se reflexiona en equipo. La verdadera innovación surge de la capacidad de combinar ideas individuales con la reflexión colectiva, permitiendo así el desarrollo de soluciones más completas y efectivas.»
—Xavier Marcet
Un buen presidente también asegura la calidad de la información que recibe el consejo ya que es consciente que influye directamente en la capacidad del consejo para supervisar la gestión y tomar decisiones acertadas. El presidente supervisa el proceso y guía al CEO y a los directivos sobre qué y cómo reportar al consejo para ser eficaces. Además, debe asegurarse de que se reporte con transparencia, sin omitir temas relevantes y describiendo adecuadamente los riesgos.
Gran parte del trabajo del Consejo se realiza en las comisiones, que están formadas por consejeros con experiencia relevante en cada materia. En colaboración con los ejecutivos, las comisiones llevan a cabo discusiones profundas, análisis detallados y preparan resoluciones para el Consejo, convirtiéndose en elementos clave para su éxito. Por ello, un presidente eficaz, trabaja estrechamente con las comisiones y asegura que emitan buenos informes para integrar en la documentación del Consejo.
En conclusión, el papel del presidente del Consejo de Administración es crucial para el éxito y la transparencia en la gestión empresarial. Adoptar buenas prácticas, como actuar como guía en lugar de jefe, mantener una visión sistémica, fomentar la colaboración, liderar la preparación de reuniones y mantener la imparcialidad, permite a los presidentes desempeñar su rol de manera efectiva. Al centrarse en la facilitación, la supervisión estratégica y la creación de un entorno colaborativo, los presidentes pueden asegurar que el Consejo funcione como un equipo de alto rendimiento capaz de tomar decisiones informadas y consensuadas. Siguiendo estos principios, los presidentes no solo mejorarán el funcionamiento del Consejo, sino que también fortalecerán la confianza y la transparencia en la organización.
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Foto de inicio: Tetiana Grypachevska en Unsplash